sábado, 25 de junio de 2016

Mèxico: El nuevo momento de la protesta ... entre el autoritarismo y la resistencia...Portal Libertario OACA.



El pasado lunes 20 de junio, compañeros de Revolución Internacional y otras organizaciones convergentes en el Frente Amplio No-Partidista en Contra del NAICM y otros Mega-Proyectos, gestionaron un encuentro de resistencias en México, en el que se debatió la necesidad de trazar caminos y agendas en común entre los distintos movimientos sociales, tanto en solidaridad con la CNTE como para la solución inmediata de las distintas problemáticas quese viven frente a la hidra capitalista. Un rasgo peculiar de este encuentro, fueron algunas contribuciones teóricas que hicieron un llamado a hacer análisis más rigurosos desde todos los campos del conocimiento, por lo que reproducimos la ponencia "El nuevo momento de la protesta en México: entre el autoritarismo y la resistencia" de los compañeros del periódico internacionalista Praxis en América Latina.

¿El calendario? Mayo del 2016. ¿La geografía? Bueno, pudiera ser cualquier parte de ese país rasguñado hasta sangrar por las desapariciones forzadas, la impunidad hecha institución, la intolerancia como forma de gobierno, la corrupción como modus vivendi de una clase política hedionda y mediocre.

Pero también pudiera ser cualquier parte de ese país sanado por el empecinamiento de los familiares que no olvidan a sus ausentes; la búsqueda tenaz de la verdad y la justicia; la rebelde resistencia frente a los golpes, balas, barrotes; el afán de construir un camino propio sin amos, sin patrones, sin salvadores, sin guías, sin caudillos; la defensa, la resistencia, la rebeldía; la grieta haciéndose más ancha y profunda a fuerza de dolor y rabia.

“México”, le llaman comúnmente a ese país, este país, que refleja a su modo una crisis que sacude al mundo entero.

--EZLN, Mayo: entre el autoritarismo y la resistencia

Estos dos lados de la realidad señalados por los zapatistas, la represión y la resistencia, caracterizan plenamente al momento actual en México. De una parte, el intento del Estado por imponer su mal llamada “reforma educativa”, su rechazo a dialogar con los maestros, el uso de la policía para reprimirlos; del otro, la resistencia impulsada por los docentes, que se ha intensificado en el último mes, y que consiste en protestas diarias y plantones no sólo en la ciudad de México, sino en varios estados del país.

Pero, más allá de su fuerza y persistencia, que sin duda son muy importantes, lo que nos gustaría poner aquí de relieve es su significado: en contra de lo que el gobierno quiere hacernos creer, que la lucha de los maestros es sólo para conservar algunos “privilegios particulares”, ésta tiene un carácter universal. ¿Qué significa esto? Que contiene, en sí, la posibilidad de un nuevo mundo. En primer lugar, porque la es la lucha de todos los trabajadores en contra de la legislación neoliberal, que quiere convertirnos en mano obra todavía más barata; en segundo, porque es la búsqueda de un nuevo modelo educativo, no capitalista, verdaderamente vinculado con la sociedad y al servicio de ésta. De allí la idea de que la lucha de los maestros no es sólo suya, sino de todos.

Y esto no es sólo una frase huera: en la práctica, cientos de miles de personas le han dado cuerpo y carne a la misma. Empecemos con los estudiantes y padres de familia, sobre todo, de Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Chiapas, estados con una fuerte presencia indígena y campesina. No sólo éstos les “han dado permiso” a los maestros para dejar las aulas y unirse a las protestas y plantones, sino que han marchado con ellos y, sobre todo, han dicho que, si el gobierno intenta despedir o sustituir a los docentes en resistencia, ellos tomarán los planteles escolares. Nada de este respaldo sería posible sin los fuertes vínculos que, particularmente en dichos estados, los maestros han forjado con sus comunidades durante décadas y décadas.

Tan importante como este apoyo es el de las familias de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa (a quienes los maestros, por cierto, fueron los primeros en respaldar), ya que ambas luchas comparten el mismo significado emancipador. En el número anterior de Praxis en América Latina, decíamos:

La verdad sobre Ayotzinapa es lo que ha ocurrido en los meses posteriores al horror del 26 y 27 de septiembre de 2014: los cientos de acciones de protesta; la presencia de las masas (estudiantes, indígenas, mujeres, trabajadores, intelectuales, etc.) por decenas y cientos de miles en las calles; la dignidad y la persistencia de las demandas y luchas de los familiares de Ayotzinapa: ¡Vivos se los llevaron; vivos los queremos! Todo ello ha significado un nuevo momento en la historia de México: uno que no debe perderse, ni quedarse sólo en la memoria, sino que debe ser desarrollado.

Asimismo, en dos comunicados recientes: Mayo: entre el autoritarismo y la resistencia (ya citado al inicio de este texto), y Apuntes sobre la guerra del magisterio en resistencia: la hora del policía 3, los zapatistas han hecho explícita la importancia de la lucha del magisterio y la ha puesto en conexión con todas las demás resistencias que se están llevando a cabo en el país. Además, hay que mencionar el amplio apoyo brindado por la “sociedad civil”, el cual va desde pronunciamientos de solidaridad por parte de académicos y estudiantes hasta las acciones de la “gente común”, que se ha unido a las marchas y que ayuda con agua, comida y trabajo en los plantones.



Por todo ello, podemos decir que nos encontramos ante un nuevo momento histórico en nuestro país. No importa que, en comparación con la totalidad de la población mexicana, sólo una “minoría” se encuentre protestando activamente. No se trata de una cuestión cuantitativa. Como decía Marx: “Aun si sólo ocurriera en un solo distrito fabril, [una huelga] representa la protesta del hombre [en tanto especie] contra una vida deshumanizada”. Aunque cuantitativamente “minoritaria”, la lucha impulsada por el magisterio es cualitativamente universal.

Sin embargo, a pesar de la importancia de este momento, no basta con haber llegado a él, sino que hay que desarrollarlo. Nosotros lo pondríamos en los siguientes términos: ¿cómo transformar este nuevo momento en un nuevo comienzo, así teórico como práctico?

En primer lugar, tendríamos que, como nos los recuerdan nuevamente los zapatistas en su ya citado comunicado, “entender. Y para entender hay que escuchar”. ¿A quién? A las voces desde abajo. Este acto de escuchar no sólo estaría guiado por la benevolencia o la compasión —si bien estos elementos pueden ayudar en el proceso—, sino que tendría, por así decirlo, un “estatus filosófico”. ¿Por qué? Porque estaría guiado por del principio de que el pensamiento verdaderamente revolucionario tiene como único origen las voces y acciones de los sujetos en resistencia. En otras palabras: la práctica de los movimientos sociales es ya, en sí misma, una forma de teoría revolucionaria. Ésta no les llega de fuera, de alguna organización o partido, sino que ya está en ellos mismos, lista para ser potenciada.

Por ello, en un segundo momento, es necesario hacer explícito lo que ya se encuentra implícito en dichos movimientos. Aquí podemos ubicar un doble ritmo: aquello a lo que se oponen los sujetos en resistencia y aquello por lo que lo que luchan —o, para expresarlo con términos zapatistas: el tiempo del no y el tiempo del sí. Ambos momentos son inseparables; de no desarrollar el segundo luego de tener claro el primero, se corre el riesgo de estancarnos en revoluciones inacabadas.

Pero, ¿por qué la necesidad de elaborar explícitamente este pensamiento liberador? A modo de “ejemplo”, nos gustaría referirnos a un momento crucial en la historia del zapatismo: la traición, por parte del Estado, de los Acuerdos de San Andrés. Desde su levantamiento en 1994, y aun mucho antes de ello, los zapatistas han tenido una gran conciencia de aquello a lo que se oponen —la explotación del capital, la discriminación del Estado, el sexismo—, unida a aquello por lo que luchan, al tipo de sociedad que les gustaría construir —como lo reflejan, entre otras muchos textos y acciones, las 11 demandas de la Primera Declaración de la Selva Lacandona, así como la Ley Revolucionaria de las Mujeres, de 1993. En 1996, con la traición de los Acuerdos de San Andrés —los cuales garantizaban, formalmente, la autonomía indígena—, los zapatistas se vieron así ante un gran obstáculo en la consecución del nuevo mundo que buscaban edificar. Pero lo superaron: decidieron que, si el gobierno no cumplía su parte de los Acuerdos, ellos los harían efectivos unilateralmente, sin el permiso de aquél. El resultado es de todos conocido: una profundización sin igual en el proceso de la autonomía indígena. Los zapatistas no sólo construyeron caracoles, juntas de buen gobierno, etc. —es decir, formas organizativas—, sino que, ante todo, “pusieron en práctica” un pensamiento emancipador pleno. Tales estructuras no son sino la concreción de dicho pensamiento, el cual les da su sentido y profundidad.

Mas, ¿qué queremos decir con todo esto? Que una visión emancipadora, con las características que le hemos venido dando hasta ahora, no es una cuestión meramente abstracta, un mero “análisis teórico de la realidad” o un asunto académico, sino una fuerza motriz que, cuando se encuentra verdaderamente ligada a los movimientos desde abajo, nos puede ayudar a dar saltos cualitativos en el proceso de la liberación humana. La pregunta es, entonces: ¿Podemos ayudar a forjar un pensamiento tal (o, por mejor decir, una praxis tal) en este momento, cuando la lucha impulsada por los maestros nos ha puesto en el umbral de un punto de viraje histórico en nuestro país? De ser así, ¿cuál sería el papel de los colectivos y los pensadores revolucionarios en dicha tarea?

En cuanto a la importancia de un pensamiento emancipador como fuerza motriz de los sujetos en resistencia, nos gustaría concluir con las siguientes palabras de Hegel: “Cuando los individuos y los pueblos han acogido una vez en su mente el concepto abstracto de la libertad [que es por] sí, ninguna otra cosa tiene una fuerza tan indomable, precisamente porque la libertad es la esencia propia del espíritu y es su realidad misma”.

Publicado el 22 de Junio de 2016 en:


http://rupturacolectiva.com/el-nuevo-momento-de-la-protesta-en-mexico-entre-el-autoritarismo-y-la-resistencia/
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