sábado, 4 de abril de 2015

Nuestra América-Ecología: Los riesgos que conlleva el cambio climático en América Latina........la jornada ecológica.

El más reciente Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) concluye, sin duda alguna, que el clima en América Latina está cambiando y deja sentir sus efectos por doquier. La causa fundamental es el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, fruto de la actividad humana. Agrega que desde hace 60 años muchos de los cambios observados no han tenido precedentes en los últimos decenios y milenios. Advierte que los niveles del mar aumentaron en el continente con mayor rapidez que en los dos milenios anteriores.
En paralelo, el cambio de la precipitación está alterando los sistemas de agua dulce, lo que incide en la calidad y la cantidad de líquido disponible. Todo ello afectará su disponibilidad, la producción y la calidad de los alimentos y la incidencia de las enfermedades transmitidas por vectores en el largo territorio que va de México a Argentina.
Y como cada vez es mayor la interdependencia de los países, los efectos del cambio climático en los recursos o los productos básicos de un lugar determinado tendrán impactos de gran alcance en los precios, las cadenas de suministro, el comercio, la inversión y las relaciones políticas en otros lugares. Esto quiere decir que el cambio climático amenazará progresivamente el crecimiento económico y la seguridad humana en formas complejas en América Latina y el resto del mundo. Enseguida se ofrece un resumen de los efectos de dicho cambio en diversos campos de Latinoamérica.
Variaciones de la temperatura
Desde hace 40 años se detectó en la región un calentamiento de 0.7 a 1 °C. La excepción es la costa chilena, donde ha habido un enfriamiento aproximado de -1 °C en el periodo citado. En cambio, el aumento de las temperaturas es extrema en América Central y en la mayor parte de la zona tropical y subtropical de América del Sur.
Lo que ocurre con la precipitación
Mientras se observa un aumento de la precipitación anual en el sureste de América del Sur, la tendencia es al descenso en América Central y el centro-sur de Chile. La mayor frecuencia de precipitaciones extremas en el sudeste de América del Sur dio lugar a deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas.
Elevación del nivel del mar
Desde hace 150 años la tasa de elevación del nivel del mar ha sido mayor que la tasa promedio en los dos mil años anteriores. En todo el planeta. En gran parte del siglo pasado se registró una tasa anual de elevación del nivel del mar de 1.3 a 1.7 milímetros, con un incremento de 2.8 a 3.6 mm por año desde 1993. La elevación del nivel del mar puede variar entre regiones, debido a un complejo conjunto de interacciones: los vientos, la expansión del agua de los océanos por el calor y la adición del hielo que se derrite.
Lo que sucede con el agua
América Latina posee abundantes recursos de agua dulce pero distribuidos de manera desigual. Ella es básica para el abastecimiento del líquido en las zonas urbanas, para los 580 millones de personas que se dedican a la agricultura y para la generación de energía hidroeléctrica, la cual cubre casi las dos terceras partes de la demanda eléctrica de la región. Sin embargo, existen cambios en el caudal y la disponibilidad del agua en la cuenca del río de la Plata, que comprende partes de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay. El que los glaciares andinos sean cada vez menos, afecta la distribución estacional del caudal de agua y los cambios en las aguas superficiales de escorrentía en esa inmensa cuenca.
La salud pública, un problema
Está probado ya que los cambios que se registran en el clima están afectando negativamente la salud humana en América Latina al aumentar la morbilidad, la mortalidad y las discapacidades. Pero igualmente al aparecer enfermedades en zonas nuevas. El dengue es un buen ejemplo de lo que está ocurriendo.
El gran tesoro: la biodiversidad
Los países ubicados al sur del río Bravo albergan las mayores zonas de diversidad biológica y zonas silvestres del mundo. Pese a las afectaciones negativas que ha sufrido, la Amazonía sigue siendo el pulmón verde del planeta. La conversión de los ecosistemas naturales es la principal causa de pérdida de la biodiversidad y de ecosistemas en América Latina lo que influye de manera determinante en el cambio climático inducido por el hombre: representa de 17 a 20 por ciento de las emisiones totales de gases de efecto invernadero durante la década de 1990. Dicho cambio también está alterando los ecosistemas costeros y marinos. Como sucede con la degradación de los manglares en la costa norte de América del Sur.
Todos sufrimos los efectos
La vulnerabilidad y la exposición de las sociedades y los sistemas ecológicos a las amenazas relacionadas con el clima varían constantemente debido a los cambios en las circunstancias económicas, sociales, demográficas, culturales, institucionales y de gobernabilidad en América Latina. Por ejemplo, el rápido e insostenible desarrollo urbano, las presiones financieras internacionales, la creciente desigualdad socioeconómica, las fallas en la gobernanza y la degradación ambiental afectan la vulnerabilidad.

Efectos del huracán Mitch, 1998
Estos cambios tienen lugar en distintos lugares y momentos, lo que significa que las estrategias para fortalecer la resiliencia y reducir la exposición y la vulnerabilidad deben tener en cuenta la especificidad local o regional.
Por ejemplo, los países de urbanización rápida son vulnerables al cambio climático si su desarrollo económico es lento. En otros, la urbanización puede presentar oportunidades de adaptación al cambio climático. La pobreza también es factor fundamental para determinar la vulnerabilidad al cambio climático y los eventos extremos.
Estar preparados para lo que viene
En muchos casos, los países de América Latina, igual que los del resto del planeta, no están preparados para los riesgos relacionados con el clima a los que ya nos enfrentamos. Por ello, la urgencia de invertir en una mejor preparación a fin de contrarrestar los efectos indeseables ahora y en el futuro.
Al respecto, es importante subrayar que las mujeres, los niños y los ancianos son los grupos de población más vulnerables a los impactos del cambio climático. En este panorama, con frecuencia las mujeres asumen tareas adicionales a las que con tanta eficiencia y dedicación realizan. Un ejemplo de este aumento de responsabilidades se tiene cuando tienen lugar fenómenos meteorológicos extremos, escasez de agua o lluvias o la migración masculina. Y por si fuera poco todo lo anterior, sufren más angustia psicológica y emocional, ingieren menos alimentos y padecen problemas de salud mental debido al desplazamiento y sin faltar la creciente incidencia de la violencia doméstica.
Y en cuanto a los niños y los ancianos, a menudo corren un mayor riesgo debido a su escasa movilidad, la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas, un consumo reducido de calorías y el aislamiento social. En estos casos, los niños pequeños son más propensos a morir o quedar gravemente afectados por las enfermedades diarreicas y las inundaciones. Por lo que hace a las personas de mayor edad, sufren más daño físico y mueren como consecuencia del estrés causado por el calor, las sequías y los incendios forestales.
Las personas que sufren marginación social, económica, cultural, política, institucional o de otro tipo en la sociedad suelen ser extremadamente vulnerables al cambio climático. Pero además, se prevé que los impactos de éste desacelerarán el crecimiento económico, harán más difícil la disminución de la pobreza y erosionarán aun más la seguridad alimentaria. Si ya de por sí la pobreza es un problema, a ella se sumarán casos de hambre emergentes en el agro debido a la falta de cosechas y al aumento de las temperaturas.
De lo que no existe duda es que, si no se adoptan medidas adicionales de mitigación a las ya existentes, el calentamiento a finales del siglo XXI conllevará un riesgo muy elevado de impactos graves, generalizados e irreversibles a lo largo de toda América Latina y en el resto del planeta. Por eso es necesario comenzar a aplicar de inmediato medidas ambiciosas de mitigación a nivel mundial. Demorar la aplicación de esas medidas supondrá un aumento de los costos de adaptación y las dificultades para la transición global a un desarrollo con bajas emisiones.
Emisiones que nos acompañarán por siglos
Los especialistas ya han confirmado en sus estudios que entre 15 y 40 por ciento del dióxido de carbono emitido permanecerá en la atmósfera durante más de mil años. Esto representa un gran desafío intergeneracional en cuanto a los derechos y las responsabilidades para tomar medidas destinadas a combatir el cambio climático.
En el quinto Informe de Evaluación del IPCC se establece que para limitar el calentamiento global medio a menos de 2 °C, el total de emisiones derivadas de la actividad humana no debería exceder las 800 a 1 000 gigatoneladas de dióxido de carbono-equivalente. Pero las actividades humanas ya han generado 500 gigatoneladas.
Una drástica reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo limitaría el calentamiento a 2 °C con respecto a los niveles preindustriales y evitaría el peligroso cambio climático. De acuerdo con el IPCC, las emisiones en América Latina alcanzarían el punto máximo en 2030 y luego disminuirían hasta alcanzar, en 2040, un incremento del uno por ciento con respecto a la actualidad.
Entre las principales causas de las emisiones en los países de la región se encuentran el uso de energía basada en combustibles fósiles, el aumento de la población y el crecimiento económico no sustentable.
Y si bien el total de emisiones en América Latina es el más bajo de todas las regiones, per cápita son más altos que en África y Asia. La necesidad de una drástica reducción de las emisiones para limitar el calentamiento al umbral de 2 °C resulta urgente pues es la forma menos costosa para garantizar el crecimiento económico y el desarrollo humano en América Latina.
Lo que la región puede hacer
Como asienta en su reciente informe el IPCC, los países latinoamericanos pueden desempeñar un papel importante en las iniciativas de estabilización del clima a nivel mundial aprovechando las opciones con bajas emisiones de carbono que promueven sus propias necesidades de desarrollo.
Por ejemplo, existen oportunidades para reducir la deforestación, promover la ganadería sostenible, administrar las tierras agrícolas en forma inteligente desde el punto de vista del clima, adoptar sistemas de transporte eficientes en energía y proyectar pueblos y ciudades innovadores con bajas emisiones de carbono. Si los impactos ambientales y sociales se gestionan cuidadosamente, dichas medidas disminuirán los efectos del cambio climático y traerán otros beneficios importantes para la sociedad en general.



vía:http://www.jornada.unam.mx/2015/03/30/eco-c.html

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