lunes, 10 de noviembre de 2014

Sociedad-Economía: Paul Krugman y los límites de la arrogancia....Por Richard Heinberg

"El economista Paul Krugman sin duda se siente molesto y fastidiado por la idea de que pueda haber límites al crecimiento económico. Es interesante examinar sus últimas afirmaciones y argumentaciones una a una, ya que revelan buena parte de lo que piensan los economistas, y porqué hacen caso omiso de las ciencias físicas cuando se trata de cuestiones referidas a recursos finitos y la posibilidad de crecimiento económico infinito en un planeta pequeño."
El economista Paul Krugman sin duda se siente molesto y fastidiado por la idea de que pueda haber límites al crecimiento económico: a su artículo de opinión en el New York Times del 18 de septiembre (Errors and Emissions, al que respondí en Resilience.org, [en español Errores y omisiones de Paul Krugman]) le ha seguido otro titulado Slow Steaming and the Supposed Limits to Growth. Es interesante examinar sus últimas afirmaciones y argumentaciones una a una, ya que revelan buena parte de lo que piensan los economistas, y porqué hacen caso omiso de las ciencias físicas cuando se trata de cuestiones referidas a recursos finitos y la posibilidad de crecimiento económico infinito en un planeta pequeño.
El Sr. Krugman empieza señalando: “Parece que estamos en un momento en el que tres grupos con agendas muy diferentes –conservadores anti-ecologistas, anticapitalistas de izquierdas, y científicos duros que se creen más listos que los economistas– han establecido una alianza impía en torno a la proposición que sostiene que la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es incompatible con el aumento del PIB”. No menciona un cuarto grupo: eco-economistas como Herman Daly, que consideran que en el mundo real, las leyes de la física y los límites ecológicos superan a la teoría económica. Para Krugman, solamente se puede confiar en los economistas de la corriente dominante; el resto somos propensos a equivocarnos. Y parece que le desconcierta el hecho de que tanta gente esté llegando a la misma conclusión equivocada por diversos caminos. ¿Podría ser que estén reconociendo una realidad física inevitable?
A continuación el Sr. Krugman dispara contra el reciente ensayo del físico Mark Buchanan, “Economist are blind to the limits of growth“. En los años 70, el mentor de Krugman, Bill Nordhaus, estuvo al frente de los economistas de la corriente dominante que condenaron el informe [del Club de Roma] Los límites del crecimiento. Desafortunadamente para Krugman, los ataques de Nordhaus resultan, retrospectivamente, meras explicaciones al aire: el análisis de los datos pertinentes durante los últimos 40 años demuestra que el escenario más pesimista de aquel clásico de 1972 se ajusta bastante a la realidad.
El enjundioso escrito de Buchanan se centra en la energía como el límite más importante a la expansión económica sinfín. A pesar de que su autor explica cuidadosamente que estamos haciendo un uso más eficiente de la energía (y matiza esa afirmación mostrando que, no obstante, el crecimiento económico implica usar más energía total), el Sr. Krugman quiere hacer creer que los físicos nunca han oído hablar de la eficiencia energética. Dedica la mayor parte de su artículo de opinión a exponer un caso particular (el de los cargueros que navegan a menor velocidad para ahorrar combustible), para probar que existe un nuevo principio fundamental que ningún científico duro habría descubierto hasta ahora. ¿Existen casos en los que usando menos energía podemos obtener el mismo resultado? ¡Por supuesto que sí! Un ejemplo mejor, aunque más gastado, resulta esclarecedor: la utilización de lámparas fluorescentes compactas y lámparas LED ha supuesto una dramática reducción de la cantidad de energía utilizada para desterrar la oscuridad de nuestras ciudades y hogares.
Pero el Sr. Krugman no completa este razonamiento. Si está queriendo decir que no hay límites al crecimiento porque se puede hacer un uso más eficiente de la energía, entonces lógicamente también debe sostener que la eficiencia energética puede mejorarse indefinidamente, al menos hasta el punto de que no haga falta energía para mover la economía (digo “al menos” porque, supuestamente, incluso entonces sería necesario seguir creciendo para probar que no existen límites). Y eso, como cualquier físico sabe, es pura fantasía. La energía se define como la capacidad de realizar un trabajo, y la capacidad de realizar un trabajo es lo que genera PIB. La eficiencia energética puede mejorarse a menudo, pero esas mejoras están sometidas a la ley de los rendimientos decrecientes: el primer 5% de mejora es barato, el siguiente 5% cuesta más, y así sucesivamente. La eficiencia perfecta en cualquier proceso o bien es imposible de alcanzar o resultaría infinitamente cara (dependiendo de cómo lo quiera ver cada uno).
Mi apuesta es que si el Sr. Krugman se enfrenta honestamente a la imposibilidad lógica del crecimiento infinito en un sistema finito, así como a la imposibilidad de mejoras infinitas de la eficiencia energética, cuando lo haga se retractará y dirá algo así como, “sí, pero incluso si existen límites teóricos al crecimiento, todavía estamos muy lejos de alcanzarlos, por lo que de momento resultan prácticamente irrelevantes”. Sin embargo, una vez que reconoces la existencia de límites teóricos al crecimiento, tienes que preguntarte, “¿cuáles serían las posibles señales de que nos estamos aproximando a esos límites?”.
Apuntaré algunos: el aumento total de los costes de energía (de hecho, la producción de energía actualmente consume una mayor proporción del PIB global que hace una década); la disminución del mineral obtenido por unidad de energía utilizada para su extracción y fundición (en casi todos, del antimonio al zinc); el incremento de los costes y los riesgos medioambientales derivados de los procesos industriales (véase “cambio climático”).
El Sr. Krugman escribe: “¿De dónde surge la idea de que la energía es algo especial? Diría que fundamentalmente de no pensar en ejemplos concretos … porque si se piensa en las actuales actividades económicas, aunque sea brevemente, resulta obvio que existen compensaciones que podrían llevar a producir más usando menos energía”. De nuevo, ésta es una afirmación que nadie puede discutir. Pero el ejemplo de Krugman de la eficiencia energética subraya el hecho de que a menudo hay costes ocultos para lograr una mayor eficiencia. Afirma que “[d]espués de 2008, cuando el precio del petróleo aumentó considerablemente, las compañías marítimas … respondieron disminuyendo la velocidad de sus barcos. Resultó que navegar más despacio reduce el consumo de combustible más de lo que proporcionalmente correspondería a la disminución de velocidad”. Pero mover barcos más lentamente significó desplegar más barcos para transportar la misma cantidad de carga, por lo tanto sustituir capital y trabajo por energía. Esta estrategia no requirió el desarrollo de nueva tecnología; las compañías marítimas “simplemente emplearon los mismos barcos de modo distinto”.
En los comentarios al artículo de opinión del Sr. Krugman en el sitio web del New York Times, Ken White (uno de mis colegas en el Post Carbon Institute) señala que todos esos barcos extra representan un montón de energía incorporada, la cual se gastó en la extracción y el refinado de minerales y en otros aspectos de la construcción de los barcos. Cuando miramos de esta forma a muchas (no todas) de las mejoras de la eficiencia –es decir, desde la perspectiva de los sistemas– gran parte de las ventajas tienden a desaparecer. ¿En este caso, el coste añadido de la energía incorporada es equivalente a la energía del combustible ahorrado? No dispongo de datos y no he hecho los cálculos, pero incluso si hubiera algún ahorro neto probablemente sería mucho menor del que asume Krugman. Se puede sustituir capital y trabajo por energía en algunos casos y hasta cierto punto, pero literalmente no puede hacerse nada sin cierto gasto de energía. La sustitución misma está sujeta a límites.
El Sr. Krugman da a entender que los economistas de la corriente dominante son los únicos que plantean ejemplos concretos como el que acabamos de ver; en cambio, los científicos duros se ocuparían de abstracciones etéreas. Para los científicos físicos, no dejará de ser una noticia sorprendente, ya que la mayoría trabajan con ejemplos concretos a diario.
Los siguientes son algunos de ellos:
¿Por qué el Sr. Krugman está al frente de una cruzada contra los límites medioambientales al crecimiento ecológico? Creo que está en marcha una agenda política y que está dirigida por sentimientos loables. Normalmente me cuesta adivinar los motivos que impulsan a las personas, pero en este caso están claramente implícitos en los dos artículos de opinión de Krugman citados arriba. Es evidente que está muy preocupado por el cambio climático y desea que la humanidad evite los peores impactos, pero cree que no se puede persuadir a los responsables políticos para que adopten políticas de protección del clima si eso conlleva frenar el crecimiento económico. Escribe: “[H]ay espacio para reducir las emisiones sin acabar con el crecimiento económico”. Sí, hay espacio. De acuerdo con un estudio citado por el propio Krugman en su anterior artículo de opinión, el primer 10% de reducción de las emisiones puede lograrse sin mucho sufrimiento. Pero a partir de ahí todas las reducciones tendrán un coste neto para la economía.
Al igual que Paul Krugman, quienes trabajamos en el Post Carbon Institute estamos seriamente preocupados por el cambio climático y queremos que los funcionarios adopten políticas para evitarlo. Ciertamente, si los líderes de opinión informados hacen creer que se puede proteger totalmente el clima sin ningún coste real, los políticos son más proclives a aprobar políticas disponibles sin coste. Pero de ese modo estarán alcanzando compromisos muy débiles que no cumplirán con los niveles de reducción de emisiones realmente necesarios. Induciendo a error a los responsables políticos y al público en general de esta manera, estamos desperdiciando el tiempo y la oportunidad.
Al reconocer que el cambio climático supone una seria amenaza para el futuro de la humanidad, el Sr. Krugman está reconociendo de hecho la existencia de límites medioambientales al crecimiento económico. Probablemente podríamos objetar que el cambio climático es simplemente un límite para una economía dependiente de los combustibles fósiles, y que una economía basada en energías renovables podría crecer indefinidamente. Pero una vez que abrimos la caja de los límites y miramos en su interior, enseguida encontramos nuevas fronteras.
Seamos realistas. La tierra es una esfera limitada, y la economía humana es una máquina que extrae materias primas y produce residuos. Si mantenemos funcionando esta máquina dentro de los límites de lo que nuestro planeta puede absorber o reponer mediante el funcionamiento normal de sus ecosistemas está todo bien. Pero si la economía continúa creciendo año tras año, en algún momento los sistemas del planeta se saturarán, incluso si estamos utilizando energías renovables para extraer y transformar las materias primas. La energía y los materiales pueden utilizarse de maneras más eficaces, pero solo hasta un cierto punto. Si la tierra misma se estuviese expandiendo a un ritmo cada vez mayor, el crecimiento económico continuo no supondría ningún problema. Sin embargo, la última vez que lo comprobé, el planeta no había crecido y desde entonces no hemos dejado de exigirle más y más.
En su último artículo de opinión el Sr. Krugman se burla de los “científicos duros que se creen más listos que los economistas”. Se me ocurren varias respuestas maliciosas a esa caracterización, pero no creo que sea necesaria ninguna. La frase dice mucho de la hybris [auto-afirmación arrogante] de los economistas.
Por Richard Heinberg
(El debate decrecimiento vs. neokeynesianismo también se está dando en otros lugares. El texto original que reproducimos hoy —“Paul Krugman and the limits of hubris”—, forma parte del boletín Museletter#269 publicada en octubre de 2014 en el web de su autor, Richard Heinberg. Ha sido traducido por Sara Plaza y revisado por Edgardo Civallero y publicado previamente en su blog.)
Fuente: Última llamada (Manifiesto)

vía:
  http://www.biodiversidadla.org/Portada_Principal/Documentos/Paul_Krugman_y_los_limites_de_la_arrogancia

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