lunes, 30 de junio de 2014

México: #Yosoy17: un decálogo para el otro día del médico Gustavo Leal F. *..../ Insurgencia médica... Arturo Alcalde Justiniani

#Yosoy17: un decálogo para el otro día del médico

El 22 de junio de 2014 se manifestó un incalculable número de galenos en más de 50 ciudades de 25 estados del país. Con los lemas: ¡No somos dioses ni somos criminales: somos médicos! y ¡Sin recursos no hay salud!, los profesionales de la salud adelantaron el verdadero Día del Médico que, con toda la hueca rimbombancia oficial, suele celebrarse el 23 de octubre.
Bajo la forma de un decálogo y al calor de la gran movilización nacional, la Asociación Nacional de Médicos Democráticos (Colegio Médico) puntualizó algunas aristas del profundo agravio que priva en la profesión.
1) Los trabajadores de la salud y los derechohabientes no somos responsables del deterioro de la salud que vivimos producto de la pauperización de las condiciones de vida y de trabajo; del desmantelamiento de las instituciones de salud y seguridad social. Es brutal la corrupción que existe en el sistema. Ha permeado a un pequeño segmento de médicos y trabajadores. Los médicos no son responsables del robo al erario: compra con sobreprecios de 100 o 1000 por ciento de equipo, insumos y medicamentos. Reconocemos que existen médicos que utilizan los servicios públicos para su práctica privada. Algunos funcionarios toleran o propician el robo hormiga por algunos trabajadores o médicos para justificar el gran saqueo.
2) Los servicios de salud sufren un profundo deterioro que pone en riesgo la salud y la vida de los derechohabientes. Pero no es responsabilidad de los médicos o el personal sanitario. Ni el rezago en consultas, en auxiliares de diagnóstico y tratamiento. La carencia de medicamentos es un problema que vivimos cotidianamente. Los médicos y trabajadores, sin las condiciones necesarias, cotidianamente salvan vidas y en muchas regiones son héroes.
3) Hay que destacar que la práctica médica en las instituciones no pretende el lucro o la búsqueda de un beneficio personal. Cualquier acción médica tiene la intención de resolver los problemas de salud. Los errores en la atención deben atenderse técnica y profesionalmente.
4) Los familiares del paciente tienen derecho al reclamo cuando consideren que no son atendidos adecuadamente. Y cuando mueren, no puede evitarse una reacción subjetiva. Si son abogados presentarán una demanda. Si pertenecen a la delincuencia organizada, balacean médicos.
5) Frente a los profundos problemas de los servicios y la atención, las autoridades del ramo miran a otro lado. Parecen tener más afinidades y compromisos con el complejo comercial e industrial de la salud que con el pueblo de México, en términos de servicio al bien común.
6) La penalización de práctica médica y de los trabajadores de la salud no distingue la responsabilidad de las instituciones: dilación en la atención médica, falta de recursos humanos, insumos, medicamentos. Hoy las sábanas sucias son responsabilidad médica.
7) Las autoridades sanitarias –en contubernio con las legislaturas estatales y federal- imponen leyes y reglamentos que criminalizan la práctica, buscando tener mayor control sobre el trabajador de la salud. Y los seudocolegios, asociaciones y academias pueden ser cómplices de este avasallamiento. La indefensión de los médicos y de los trabajadores sanitarios ha provocado graves injusticias. También es deplorable que el SNTSS, SNTIssste y SNTSSA colaboren con estas medidas y acepten las comprometidas condiciones en que se desempeña la práctica profesional.
8) No existen mecanismos de atención efectiva a las quejas de los pacientes ante la problemática de los servicios y de la atención médica. La CNDH, Conamed, oficinas de atención al derechohabiente y contralorías internas son instrumentos de simulación que no resuelven las quejas que se multiplican sin pausa. Requerimos contralorías sociales, controladas con la participación de derechohabientes y trabajadores frente a la corrupción e ineptitud de las autoridades de la salud.
9) Nos planteamos recuperar la relación solidaria médico-paciente, pugnando por la recuperación de principios que dieron origen a la seguridad social: régimen público, integral, solidario y redistributivo.
10) Hay que construir un sistema único de seguridad social basado en la revaloración del trabajo, la responsabilidad del Estado y la democratización de los servicios. Manifestamos nuestra solidaridad a los profesionales de la salud que son injustamente procesados, al mismo tiempo que rechazamos la impunidad de empleados y autoridades que desarrollan prácticas indebidas.
Horas antes del otro día del médico –ahora anticipado al 22 de junio de 2014– esas autoridades de la salud, encabezadas por la secretaria Mercedes Juan, a las que alude el decálogo del Colegio Médico, celebraron la sexta reunión nacional ordinaria del Consejo Nacional de Salud.
Y concluyeron que, para reducir la muerte materna, las subsecretarías de Prevención y Promoción de la Salud, así como la de Integración y Desarrollo del sector salud llevarán a cabo un análisis y seguimiento integral de las acciones realizadas a este respecto, mediante un ejercicio cotidiano de rendición de cuentas por parte de los estados. Ellos desarrollarán acciones enfocadas a garantizar el buen funcionamiento de los consejos intrahospitalarios de morbimortalidad materna y remitirán la información a la subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud ( Reforma, 21/06/14). ¿Después de 11 negligencias médicas en Oaxaca y que Mercedes Juan giró instrucciones a Cofepris para que Mikel Arreola siga abriendo procesos de responsabilidad y notificando multas?
La tarde del otro día del médico, Mercedes Juan comunicó por Twitter estar atenta y dispuesta a escuchar. Lo único que recibió fueron airados reclamos.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

vía:
http://www.jornada.unam.mx/2014/06/28/opinion/019a1pol



Los movimientos de protesta en nuestro país estallan de manera inesperada, suelen ser producto de añejas inconformidades que no encontraron un canal de expresión y respuesta institucional. Basta una provocación o a veces un accidente para que se inicie una reacción aparentemente desproporcionada, que sólo adquiere una cabal comprensión si se analizan las causas encubiertas más allá de las explicaciones coyunturales.
El movimiento médico de cincuenta años atrás, de noviembre de 1964 a septiembre de 1965, se inició por la omisión en el pago del aguinaldo. Rápidamente se organizaron paros, se amplió el conflicto y el pliego petitorio superó el reclamo inicial, transformándose en una exigencia relacionada con las condiciones de trabajo y con la participación en las normas que rigen esa actividad. La ausencia de respuesta y de capacidad de negociación provocaron que la inconformidad adquiriera dimensiones cada vez mayores. Como es común, el gobierno se envolvió en el principio de autoridad y echó gasolina al fuego mediante la represión.
La reciente insurgencia médica, conocida como #Yosoy17, es nuevamente la expresión de una protesta que responde a los abusos que sufren los médicos en nuestro país. Sería injusto e irresponsable afirmar que los padres de Roberto Gallardo, el joven fallecido en enero de 2010 en la ciudad de Guadalajara después de dos meses de hospitalización, carezcan de razón. Eso sólo podrán acreditarlo dictámenes objetivos y calificados que es fundamental llevar a cabo para evitar en su caso actos de negligencia. Sin embargo, lo que parece extraño en este caso es que una averiguación previa tome más de cuatro años para ser desahogada por la Procuraduría General de la República; también el número de médicos, 16, que hubieran sido encarcelados de no haber obtenido la protección constitucional a tiempo; asimismo, es difícil entender cómo se acreditó el elemento de dolo que resulta esencial en el tipo penal que se les imputa.
Lo que sí puede afirmarse, con claras evidencias, es que en las últimas décadas el servicio público de salud se ha venido degradando en nuestro país a pasos agigantados. Son incontables las historias de pacientes que deben esperar meses para ser atendidos en un quirófano, que se ven obligados a adquirir por sí mismos material médico y medicinas u optar por contratar por la vía privada los servicios de los médicos que deberían atenderlos en el hospital público. Es explicable también que muchas de las limitaciones resulten a los ojos de los pacientes imputables a los médicos o las enfermeras, porque consideran que depende de ellos el servicio que la institución les niega o les difiere.
La profesión de médico en nuestro país es sin duda producto de una vocación generosa y sacrificada. Sin embargo, vista en perspectiva desde la etapa estudiantil, transita un auténtico calvario. El primer reto que debe enfrentar es el acceso a los estudios universitarios. En la UNAM –institución que por su creciente prestigio y gratuidad se ha convertido en un deseo a veces inalcanzable para muchos aspirantes–, quienes no gozan del pase interno deben acreditar en su examen de ingreso un número de aciertos cercanos a la perfección, pero la inmensa mayoría de los estudiantes queda fuera, aun cuando se trate de jóvenes destacados; con ello el Estado incumple una obligación elemental de proveer educación superior a la población.
El segundo reto para aquellos que inician sus estudios de medicina consiste en superar las constantes exigencias que van determinando su destino. Si tan sólo de excelencia en el desempeño se tratara, serían explicables e incluso deseables estos requerimientos por la naturaleza tan delicada de la labor que desempeñan, ya que en sus manos está la salud, la integridad y la vida de seres humanos. El problema es que pareciera que esa generosa profesión suele ser acompañada de abusos innecesarios como aquellos que sufren los internos mediante guardias inhumanas de hasta 36 horas sin dormir, de ausencia de apoyos y de múltiples arbitrariedades que documentan los propios estudiantes.
Después del internado viene el servicio social; han transcurrido así seis o siete años, dependiendo de la escuela. Llega entonces el examen de especialidad, que otra vez excluye a la inmensa mayoría que considera que ésta es la única vía para tener reconocimiento profesional y una remuneración digna; posteriormente vendrá la lucha cada vez más difícil por obtener un puesto de trabajo estable.
Si recorremos el mapa médico en nuestro país, constataremos que varios de los planteamientos del movimiento #Yosoy17 tienen fundamento: exigen y reclaman con razón que se les otorguen los medios necesarios para el desempeño de su labor, lo cual redundaría en un servicio a favor de los pacientes. La inquietud es extensiva a sectores como los institutos nacionales de salud y hospitales de alta especialidad, de amplio reconocimiento y prestigio profesional. Sus reglas de trabajo, como estímulos y normas de estabilidad, suelen fijarse con criterio discrecional, lo que favorece la arbitrariedad y el descontento. De los salarios ni hablar, totalmente empobrecidos en relación con la carrera superada y la calidad y trascendencia de su labor. Por ello, muchos galenos optan por trasladarse a un país que les ofrezca mejores oportunidades o de plano dedicarse a otra actividad más rentable. Una respuesta necesaria ante esta situación es favorecer formas asociativas de carácter profesional, que permita a los médicos convertirse en constructores de las normas que rigen su labor.
La movilización médica ha superado ya los límites de un reclamo particular y ha puesto la mira en las causas de las deficiencias del servicio; como muchos otros renglones en nuestro país, generalmente relacionados con la ausencia de políticas públicas en favor de la gente; el tema es que no existe una política de salud. Casi nada.
¿Que qué podrías ser? Podrías ser el médico que lleva dentro del maletín ignoro cuántas veladas de café y anatomía, para salirle al paso a la fatiga de los latidos pálidos, producto de un corazón que incluye leucocitos en sus palpitaciones, y podrías ir sembrando en el vientre o las espaldas del enfermo preguntas para diagnosticar qué sombra está cruzando por su entraña.
Enrique González Rojo


vía:
http://www.jornada.unam.mx/2014/06/28/opinion/018a2pol

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