domingo, 25 de agosto de 2013

Sociedad: Nuestra civilización, "un gigantesco fracaso" Gabriela Rodríguez/ No se puede mejorar el mundo a costa de perder la libertad, de ser un tipo esclavizado con una rutina que empieza hoy y termina en el cajón; creo que nuestra civilización cristiana y occidental es un gigantesco fracaso, porque ha transformado a la vida en una operación para gastar, consumir y acumular y lo que se está despilfarrando son horas de vida arriba del planeta.


El ejercicio de los derechos humanos y la equidad de género, más que el crecimiento poblacional, fue colocado en el centro de la agenda mundial de población desde 1994 en que se realizó la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo en El Cairo. Hoy que se realiza la evaluación de los logros a 20 años, el subcontinente de América Latina y el Caribe logró un avance inédito en términos de los derechos sexuales y reproductivos de adolescentes, de jóvenes y de las mujeres.
Representantes oficiales de 38 países miembros, de 24 organismos internacionales y de 260 organizaciones no gubernamentales (redes feministas, de jóvenes, de mujeres afrodescendientes e indígenas) se reunieron en la primera Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo del 12 al 15 agosto en Uruguay, y elaboraron un documento denominado Consenso de Montevideo sobre población y desarrollo. El presidente de la conferencia y subsecretario de Salud Pública de Uruguay, Leonel Briozzo, sostuvo la importancia de que el consenso precise que la educación y la laicidad son ejes fundamentales para profundizar los derechos humanos. Alicia Bárcena, mexicana secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, reconoció que para alcanzar la equidad de género la región tiene que romper con el modelo de desarrollo, tal como algunos países latinoamericanos han dado avances en el concepto de Estado social, y hoy nos señala el camino el gobierno de Uruguay, donde se han jugado políticas de Estado en marcos más progresistas y más solidarios en un contexto de derechos universales: han logrado desjudicializar los derechos sexuales y reproductivos, además de extender los derechos sociales.
Cuando por primera vez hay un Papa latinoamericano, la ratificación del carácter laico de los estados parece un impulso secular para fortalecer la democracia y la autonomía ciudadana, el consenso precisa el compromiso de “invertir en la juventud, a través de políticas públicas específicas y condiciones diferenciales de acceso, especialmente en la educación pública, universal, laica, intercultural, libre de discriminación, gratuita y de calidad…” Inédito es también el compromiso por avanzar en el acceso al aborto: “Eliminar las causas prevenibles de morbilidad y mortalidad materna, incorporando en el conjunto de prestaciones integrales de los servicios de salud sexual y salud reproductiva medidas para prevenir y evitar el aborto inseguro, que incluyan la educación en salud sexual y salud reproductiva (…) asegurar, en los casos en que el aborto es legal o está despenalizado en la legislación nacional, la existencia de servicios de aborto seguros y de calidad para las mujeres que cursan embarazos no deseados y no aceptados e instar a los Estados a considerar la posibilidad de modificar las leyes, normativas, estrategias y políticas públicas sobre la interrupción voluntaria del embarazo…”
El actual presidente de la República Oriental de Uruguay, José Mujica Cordano, quien fue líder del Movimiento de Participación Popular, sector mayoritario de la fuerza política de izquierda Frente Amplio, en su mensaje sobre la inversión en los jóvenes afirmó: “Hay mucho dinero pero está concentrado, y hay mucho más egoísmo que dinero… Nadie le va a regalar a los jóvenes, nunca les regalaron nada; los jóvenes en la historia humana se abrieron paso a los codazos, los jóvenes no son imberbes o niños, son adultos fuertes y pueden y deben (…) Yo creo que no tenemos crisis con los jóvenes, tenemos crisis civilizatoria que es distinto, que incluye a jóvenes viejos y al destino de la vida humana arriba de la Tierra... y mucho mas grave, nos queremos consolar creyendo que esto se arregla gastando un poco más en los jóvenes y educándolos, calificándolos, y no les preguntamos ¿por qué estamos vivos?.... Para luchar por ser felices y libres, el concepto de felicidad no se cuantifica: este es el problema si queremos que trabajen ocho, diez o doce horas, paguen impuestos y las cuotas de jubilación… eso queremos, un mundo arregladito, como se nos ocurre a nosotros, como hemos tenido que soportar nosotros. ¿Será ese el destino del hombre? O en las rebeldías y en las inconformidades juveniles aletea algo que no podemos definir, tal vez un destino de libertad y civilización distinta… No lo tengo claro, permítanme: ese mundo cuadradito y organizado no hace feliz a la gente. Son interrogantes que no son sencillas de contestar (...) No se puede mejorar el mundo a costa de perder la libertad, de ser un tipo esclavizado con una rutina que empieza hoy y termina en el cajón; creo que nuestra civilización cristiana y occidental es un gigantesco fracaso, porque ha transformado a la vida en una operación para gastar, consumir y acumular y lo que se está despilfarrando son horas de vida arriba del planeta. Y creo que los jóvenes lo sienten porque necesitan tiempo, tiempo libre, tiempo que no se cuantifica, tiempo para amar, tiempo para cualquier cosa…”
Twitter: @Gabrielarodr108

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