jueves, 28 de marzo de 2013

Argentina-Iglesia Católica: Habemus pacto... y crisis ... Fernando Rosso

El operativo internacional de lavado de cara de la Iglesia Católica sigue su curso creciente a una semana de la elección de Francisco I.
Editorial LVO.- Los motivos de la elección del primer papa no europeo y con un discurso “renovador” se hicieron evidentes. Era necesario un maquillaje de una institución muy desprestigiada por escándalos de corrupción y lavado de dinero en el Banco del Vaticano, y cientos de casos de pederastia en el mundo. Como subproducto de esta situación perdía fieles en una de las regiones de mayor concentración de católicos: América Latina. Ante una crisis mundial que sigue su marcha y ahora tiene un nuevo episodio en Chipre (págs. 12 y 13) y el retorno de duros conflictos sociales y de la lucha de clases, es necesario aggiornar a la Iglesia para que pueda cumplir su rol de contención, siempre en defensa de los poderosos, aunque ahora -para consumar ese cometido con cierta “legitimidad”- esa tarea se lleve adelante “en nombre de los pobres”. En nuestro país también vuelve irrumpir la crisis del “modelo” con la disparada del “dólar paralelo” que presiona a salidas devaluatorias.
Fiel a su formación jesuita, la “opción por los pobres”, en el lenguaje de Bergoglio, significa en realidad, la “regimentación de la pobreza” (contratapa).
Cristina y “Francisco”
El primer encuentro de la presidenta Cristina Fernández con el papa “Francisco” selló un pacto político. Para Bergoglio representó un apoyo para su objetivo de maquillar la imagen de la Iglesia adoptando un discurso “renovador” y hasta latinoamericanista. Para Cristina un respaldo a su gobierno y de hecho un giro a la derecha en el plano ideológico acercándose a una Iglesia, ahora presidida por un papa que muestra un discurso social, pero mantiene su orientación dogmáticamente ultraconservadora en materia de los derechos de las mujeres, de la diversidad sexual y de férrea oposición a demandas elementales como el derecho al aborto e inclusive contra el uso de anticonceptivos.
El pacto de conveniencias mutuas se estampó con un encuentro, regalos y almuerzo de por medio, dejando desubicada a la oposición de derecha mediática y política que apostaba (y apuesta) a convertir al nuevo papa en un “jefe espiritual” de la oposición patronal, con el poder que este trono le dispensa.
Con el ingreso prácticamente en pleno del kirchnerismo al operativo clamor por el nuevo papa, se impuso una unidad nacional que incluye al gobierno, todos los partidos patronales y la burocracia sindical. De esta manera, el conjunto del régimen político hace su aporte a la “operación maquillaje” con el que intentan tapar la inmundicia que creció en el Vaticano durante todos estos años, lo que llega al colmo de ocultar con un manto de olvido el rol clave que tuvo la Iglesia durante el régimen inaugurado el 24 de marzo de 1976. Pese a esto, los números más optimistas informan que las personas que participaron de la vigilia por la asunción del papa en la Argentina no superaron las 50 mil personas (Clarín, 19/3).
Progresismo K: “Olvidamos, perdonamos y nos reconciliamos”
Este parece ser el nuevo lema que adoptó gran parte del progresismo K que quedó a la intemperie con el brusco giro de CFK. Sin escrúpulos ni vergüenza, la centroizquierda K, con Página/12 como vocero, quedó en off side. En los primeros días del nombramiento del nuevo papa levantaron sus voces críticas que denunciaban la complicidad de Bergoglio con la dictadura y el encubrimiento y el amparo que les brindó a curas que fueron parte activa del genocidio, como Von Wernich, o abusadores como Grassi. Sin embargo después se llamaron a silencio y comenzaron a festejar el encuentro de Cristina con “Francisco”. Dos de las banderas que el kirchnerismo se adjudicaba: el juicio a los genocidas del Proceso y la ampliación de derechos democráticos (como el matrimonio igualitario), quedaron escondidas y en las sombras de un silencio cómplice. Los días previos ya habían ocultado el escándalo del espionaje ilegal, conocido como “Proyecto X”, denunciado originalmente por los obreros de Kraft, PepsiCo y los abogados del CeProDH contra los luchadores obreros, sociales y de la izquierda.
“No olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos” fue el grito de lucha de los organismos de derechos humanos desde el fin de la dictadura. El vergonzoso encubrimiento del pasado de Bergoglio y su complicidad con los militares por parte del kirchnerismo, confirman lo que siempre denunciamos: las banderas de los DD.HH. o de la ampliación de derechos democráticos fue tomada demagógicamente y de manera oportunista por el kirchnerismo, para cumplir su función “restauradora” de la autoridad del Estado y el régimen político fuertemente cuestionado en las jornadas del 2001.
Este acercamiento con la Iglesia y el acuerdo del kirchnerismo plantea un “punto final” a los derechos democráticos que se obtuvieron estos años, arrancados por la movilización y que afectaban a la Iglesia, y tira por la borda las ilusiones de quienes esperaban avanzar con el derecho al aborto presionando al gobierno. Si hace rato que dejó atrás el “nunca menos” en el terreno de las demandas sociales y de la clase trabajadora y comenzó un ajuste contra el salario (con “cepo” a las paritarias, tarifazos e inflación); ahora con la alianza con “Francisco” imponen un “techo” a los -ya de por sí limitados- derechos democráticos.
El fundamento más ridículo vino del filósofo K, José Pablo Feinmann, que afirmó en un programa de TV que hay una pelea por el papa para “traerlo de este lado” porque lo que está en juego “es la apropiación de Francisco”; como si hicieran falta pruebas para saber de qué lado estuvo Bergoglio durante toda su vida. Es el mismo que afirmó en 2010 que la iniciativa por el matrimonio igualitario era una “movida del diablo” que llevaría a la “destrucción de la familia” y llamó a “una guerra de Dios” para enfrentarlo.
Frente a la deserción del progresismo oficialista y opositor, debemos impulsar un movimiento activo en las calles por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, por el cese de subsidios a la educación privada y religiosa y por la separación de la Iglesia del Estado (pág. 3)
El dólar, la crisis de “modelo” y unidad nacional contra el salario
Hay otro objetivo que une al gobierno y a todos los políticos patronales: la “unidad nacional” para ponerle un cepo al salario, como una de las respuestas a la crisis del “modelo” que vuelve emerger con la disparada del dólar paralelo. La presión devaluatoria sobre el dólar expresa el fracaso de la política oficial de “devaluación administrada”, combinada con el cepo cambiario; medidas que se tomaron para responder al déficit fiscal creciente y la caída de reservas del Banco Central. El gobierno viene acelerando la devaluación del dólar oficial y baraja la posibilidad de un desdoblamiento cambiario (que de hecho ya existe con el “dólar turístico”). Las salidas devaluatorias, ya sea la más abierta que reclama gran parte de la oposición patronal o la “controlada” que aceleradamente lleva adelante el gobierno, sólo pueden tener como resultado un nuevo mazazo al salario obrero y un ajuste al bolsillo popular (pág. 3).
El gobernador Scioli, que elogia al Papa por su “opción por los pobres” se presta a descontar los días de paro a los docentes y mantiene la mísera oferta de 22,6% en cuotas, en Neuquén, donde la conducción de los docentes está en manos del frente antiburocrático (FURA) se endurece el conflicto y en el resto del país, por el contrario, las burocracias firmaron acuerdos escalonados por debajo de la inflación. La división por provincia de la pelea de los y las docentes tuvo su origen en la paritaria nacional que cerró el gobierno por decreto (22%), medida a la que la burocracia oficialista de la CTERA se opuso, y aunque llamó a un paro “para cumplir”, no le dio ninguna continuidad. [...]

Vía:

http://www.lahaine.org/index.php?p=68132

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