sábado, 5 de noviembre de 2011

Medicina : Medicina personalizada.....Arnoldo Kraus....Si se piensa en justicia, en los beneficios de la salud pública y en las enfermedades que matan a los pobres –tuberculosis, desnutrición, paludismo, y, sobre todo, políticos–, la medicina personalizada ("medicina a la carta") forma parte de la farmacracia.

La medicina personalizada supone un modelo médico nuevo donde priva el individuo sobre la sociedad. Por medio de técnicas novedosas crea fármacos idóneos y dosis adecuadas para cada persona de acuerdo con su genética y su individualidad química. Ese tipo de medicamentos, en teoría, mejorará la eficacia y eliminará o disminuirá los efectos indeseables de las medicinas.

Los investigadores que dedican su tiempo a desarrollar la medicina personalizada aducen que el conocimiento molecular de las enfermedades incrementará la eficacia de las medicinas, las cuales, en la actualidad, se prescriben a la población general sin individualizar (salvo por factores obvios como edad, enfermedades asociadas, etcétera). A diferencia de la medicina pública tradicional, cuyo leititmotiv es la sociedad –salud pública–, el interés de la medicina personalizada es el individuo –mi medicina– y no la comunidad. Como en tantos rubros médicos, el desarrollo de esta escuela ofrece esperanzas –diseño de fármacos óptimos con menos efectos adversos– y conlleva desasosiego: los medicamentos personalizados sólo podrán ser costeados por la élite económica.

Aunque en la medicina contemporánea la palabra justicia parece tener poca cabida, su aplicación debería ser fundamental y materia de estudio en los planes académicos, tanto en pregrado como en posgrado. La injusticia es uno de los problemas fundamentales de los avances de la medicina. La medicina personalizada debería contextualizar sus logros incluyendo dos tópicos vinculados con la justicia: quiénes se beneficiarán de ella y qué tan eficaces serán los nuevos fármacos. En el campo de la salud, justicia y ética son binomio inseparable. La regla es clara: a mayor injusticia, menor ética.

Dos escenarios. Primero. La medicina personalizada ofrece –y en el futuro ofrecerá más– beneficios. En oncología se han desarrollado medicamentos más específicos para algunos tumores malignos de colon, mama o pulmón; la detección de mutaciones –cambios– genéticas familiares en cánceres de mama u ovario permite definir a la población susceptible de desarrollar esos cánceres; la farmacogenética –ciencia encargada de diseñar medicamentos ad hoc a las variaciones genéticas– desarrollará fármacos específicos, a dosis específicas; la medicina personalizada ha permitido estudiar las variantes genéticas asociadas a algunos cánceres; para algunos tumores malignos se han diseñado drogas específicas gracias al conocimiento de los daños que producen determinados genes.

Segundo escenario. Al hablar de los descuidos de la medicina y de la arrogancia de quienes tratan de vender medicina a toda costa es importante citar a Thomas Szasz (Budapest, Hungría, 1921), profesor emérito de siquiatría en la Universidad de Syracuse, Estados Unidos. Szasz es uno de los grandes críticos de la influencia de la medicina moderna en la sociedad; forma parte de la corriente médica que denuncia la medicalización de la vida. Szasz, lo he citado en otra ocasión, acuñó la siguiente idea: “Teocracia es la regla de Dios, democracia es la regla de las mayorías y farmacracia son las reglas de la medicina y de (algunos) doctores”.

Si se piensa en justicia, en los beneficios de la salud pública y en las enfermedades que matan a los pobres –tuberculosis, desnutrición, paludismo, y, sobre todo, políticos–, la medicina personalizada (medicina a la carta) forma parte de la farmacracia. Esa corriente excluye de sus bonanzas a los pobres; no se interesa por grupos étnicos minoritarios; se preocupa por diseñar medicamentos económicamente rentables (mi medicina) y desdeña las preocupaciones de la salud pública (nuestra medicina: intubar agua, vacunas, suplir a los bebés en áreas pobres con nutrientes indispensables); efecto colateral y muy alarmante es la absurda privatización de la quinta parte del genoma; si patrones o compañías de seguros conocen el mapa genético y/o la predisposición a desarrollar enfermedades de la persona, ésta puede sufrir discriminación genética.

La medicina personalizada es fruto del conocimiento y de la inteligencia. A pesar de que cada vez cobra más auge y es materia de estudio en grandes universidades, son muchas las interrogantes. Sus altos costos, sus intereses sectarios, la insana privatización del genoma humano, la explosión de bancos de sangre dedicados a almacenar sangre del cordón umbilical son parte de esas cuestiones.

Los avances de la medicina personalizada deben contextualizarse dentro de códigos éticos estrictos e inscribirse en el capítulo justicia y medicina. La finalidad de la medicina no radica en crear seres transhumanos; la medicina debe ser, socialmente incluyente y no individualmente excluyente.

Fuente, vìa :
http://www.jornada.unam.mx/2011/11/02/opinion/018a2pol

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