El
académico echó una mirada a fondo e histórica a
la movilización que
considera ciudadana por sus actores y extensión. Indicó que el Gobierno
no quiere ni puede ceder. De paso, afirmó que la identidad chilena es
del pueblo marginal, pero fue usurpada por la oligarquía y los pijes.
Gabriel Salazar
es uno de esos intelectuales que resplandecen en una época donde el
pensamiento histórico ayuda a entenderla. Es Doctor en Historia,
graduado en la universidad británica de Hull y Premio Nacional de Historia 2006. El profesor de la Universidad de Chile es un fecundo investigador y especialista en Historia Social.
No
toca el tema en entrevista, pero es un hecho relevante en la vida de un
intelectual apasionado por la verdad histórica -tanto la de los hechos
como de las personales- el que estuviera desaparecido tres meses después
del Golpe Militar de Pinochet, para después ser encontrado en la siniestra Villa Grimaldi.
-Estas
movilizaciones sociales masivas de los estudiantes contra el lucro y
por la gratuidad fue una sorpresa para algunos, para otros era
previsible.
-La historia
social que practico, que se apega a los sujetos populares y los sigue
lealmente dondequiera que vayan, viene estudiando esta transición
ciudadana que se desarrolla por abajo. Esto, para nosotros, es clarísimo
desde (Augusto) Pinochet. Recién este movimiento
ciudadano está emergiendo arriba. Aquí hay un largo aprendizaje popular
que ahora está emergiendo. No olvidemos que el hecho que Pinochet
hubiera aceptado ir a un plebiscito fue una victoria del movimiento
popular. La ciudadanía perdió el miedo en aquel entonces. Entre 1983 y
1989 hubo 22 jornadas de protesta que nos costaron cientos de muertos.
Durante cuatro años el movimiento popular chileno le demostró al mundo
que Chile era ingobernable. Que había ingobernabilidad.
Por lo tanto, el capital extranjero no se iba a arriesgar a invertir.
No habría recuperación económica en Chile si eso continuaba así. El
modelo neoliberal impuesto por Pinochet, su experimento, y cuyo costo lo
pagamos nosotros, no iba a funcionar, y por eso el dictador aceptó
negociar.
-Por ahí se metió y encaramó la Concertación…
-Claro,
y nos traicionó. Celebramos a todo trapo la victoria del NO a Pinochet
en el plebiscito, pero eso nos encegueció. Fue en medio de esa alegría
que la Concertación nos traicionó, porque mantuvo la
Constitución de 1980 y el modelo neoliberal sin cambios. La Concertación
empezó a gobernar, olvidó sus principios políticos anteriores y
legitimó el modelo de Pinochet. Esta fue una derrota nuestra que nos
dolió en el alma. Y fue casi junto con el jolgorio de la fiesta del NO.
-¿Cómo se llega a la situación actual?
-Lo
que hubo es acumulación de experiencias por parte de las mayorías
ciudadanas: la del fracaso de querer hacer la revolución por vía
parlamentaria con Allende, la de las violaciones de los
derechos humanos por el terrorismo militar, la experiencia de la
traición de la Concertación, la experiencia del mercado; todo esto es
acumulación de experiencias. Por lo mismo es que la ciudadanía tiene una
experiencia propia, vivida, que no necesita ideología. Su propia
memoria tiene una veracidad, profundidad y multidimensionalidad que no
necesita de ella o de “iluminados”. A lo anterior se agrega el hecho de
que distintas disciplinas sociales han trabajado paso a paso dentro de
la acumulación de experiencias. Me refiero a la Psicología Social
Comunitaria; a las tesis que realizan en sus prácticas los estudiantes
de Trabajo Social; a la Historia Social que yo practico, a los
sociólogos que trabajan en la Sociología del Desarrollo Local; eso se
nutre del trabajo de organizaciones populares e incluso de las ONGs. Hay
un potencial político-cultural que se expresa en asambleas y en
creaciones nuevas, en las marchas, las murgas, la música, el rap.
IMPORTANTE QUE HAYA UN PLEBISCITO
-¿Cuáles son las perspectivas del movimiento estudiantil? ¿Están en una encrucijada o impasse con el Gobierno de Piñera?
-Lo
que estoy expresando en todos lados, e insisto en ello, es que cuatro
meses de diálogo con un Gobierno como éste significa que estamos
rebasando el tiempo. Por la simple razón que este Gobierno no puede ni
quiere ceder en nada fundamental, de acuerdo con lo que está exigiendo
el movimiento estudiantil. No puede, porque si desarma el lucro y
desmercantiliza la educación, se le derrumba la viga maestra del
sistema. Por otro lado, el movimiento estudiantil tiene el apoyo del 80%
de la población; es mayoría más que absoluta, es aplastante. Entonces
tiene que hacer pesar eso y forzar al Gobierno, con audacia y más
audacia soberana. Es muy importante que haya un plebiscito, pero
manejado por las mismas bases populares, de ninguna manera por el
Gobierno, ni por las instituciones del Estado. Un ejercicio democrático
donde la ciudadanía delibere, discuta, se informe y después vote. Se
puede hacer preparándolo en universidades, escuelas, lugares de trabajo,
parques y plazas públicas. Y después, organizar una Asamblea
Constituyente, por supuesto. No tiene sentido alguno seguir en
conversaciones de diálogo con un Gobierno que no puede ceder, porque se
le desarma todo.
-¿Las condiciones de vida de las clases populares, influyen en la situación política actual?
-Hoy
hay trabajadores, pero no son clase obrera. Están sin contrato
permanente y mucho autoempleo o empleo informal. Hay pobladores que se
autoconstruyen viviendas y no toman terrenos. Las clases populares
sufren el abuso de las multitiendas con intereses usureros. Se disfraza
la pobreza a través del endeudamiento. Aquí mercantilizaron todo para
que la gente compre más allá de lo que recibe. Consumen productos
importados, globalizados. Usan las tarjetas de créditos que inflan el
salario. El gravísimo error que cometieron fue mercantilizar la
educación. La chilena, es la más cara del mundo y el endeudamiento es
colosal. Todos estos estudiantes tienen presente el pasado. No se
olvidan de (Salvador) Allende, de las torturas y las
violaciones de los derechos humanos, ni de las traiciones de la
Concertación a sus principios socialistas, ni de la carestía de la
educación. A lo que se agrega que el padre se consigue el crédito, pero
cuando hay que pagar, se deben 30 millones. Es lo que irritó a los
estudiantes, el lucro y la mercantilización de la educación.
-¿Es un movimiento poderoso el de los estudiantes? ¿”Llegaron para quedarse” realmente como dice el Vicepresidente de la Fech?
-Por supuesto, los estudiantes saben que luchan por algo racional. Vengo llegando de Mendoza, Argentina. En la Universidad Nacional de Cuyo,
donde fui a dar unas conferencias, deben haber 250 a 300 jóvenes
chilenos ¡Porque allí la universidad es gratis! La Decana de Ciencias
Sociales me decía, “aquí todo es gratis, hasta el postgrado”. No son
sólo los estudiantes quienes se están organizando, hay padres, madres y
apoderados, empleados, trabajadoras. Hay voceros que se rotan. Es un
movimiento social ciudadano, no solo estudiantil. Acaban de informarme
que la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), el movimiento de pobladores (la Federación Nacional de Pobladores)
y varios sindicatos, se coordinaron para comenzar a trabajar un proceso
de Asamblea Constituyente. Una forma de poder dual. Como en 1918,
cuando los trabajadores convocaron a todos los actores sociales a
constituir lo que llamaron la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (Aoan)
cuyo objetivo era impulsar una deliberación ciudadana. Ahora, seré
majadero, el movimiento estudiantil no va a ceder, el Gobierno tampoco.
UNA HISTORIA QUE INCIDE
-Hay episodios históricos relevantes, pero silenciados.
-Cuando
la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (Aoan), surgida en época de
la “carestía de las subsistencias”, a fines de 1918, decidió deliberar
entre ciudadanos para hacer un diagnóstico de la situación y proponer
las leyes necesarias para reactivar la economía, la respuesta a la
convocatoria fue masiva. En ese momento, ante el desprestigio de la
clase política, los trabajadores establecieron un Congreso Popular
paralelo para legislar sobre un tema de relevancia original. Como ya
tenían un poder mutual poderoso, éste se transformó en poder dual. La
reacción de los actores sociales siempre es luchar contra el lucro
mercantil y por lo tanto cuestionar el Estado mercantil.
-¿Y qué pasó entonces?
-En
1919 los actores sociales se desentendieron de los políticos y de todos
los partidos, se organizaron a sí mismos y decidieron construir el
Estado a su gusto. La Federación Obrera de Chile (Foch), la Federación de Estudiantes de Chile
(Fech), los industriales, profesores e ingenieros incluso, formaron una
Asamblea y acordaron desacatar completamente el Estado vigente.
Primero, partieron elaborando leyes económicas ya que había un gran
problema económico y después fueron a La Moneda y le
dijeron al Presidente: el pueblo decidió que usted tiene que hacer
aprobar este paquete de leyes al Congreso, tiene 15 días para hacerlo, o
si no, el desacato de la ciudadanía. Fue un ultimátum. Después, la
represión. Años más tarde, lo mismo, se presentan con un paquete de
leyes para que reforme el sistema educacional, ultimátum y represión. En
1925 deciden los actores sociales organizarse en una Asamblea Constituyente, en vez de leyes proponen toda una Constitución. La Asamblea funcionó durante una semana en Santiago, en el Teatro Municipal, con más de 2.300 delegados de estudiantes y trabajadores de todo Chile. Y después, represión y traición de Arturo Alessandri a la voluntad del pueblo. Más tarde, Alessandri redactó la Constitución de 1925.
-Y la Constitución de 1925 ¿No es considerada por la izquierda parlamentaria incluso como una Constitución democrática?
-Alessandri reformó la Constitución de 1833, casi copiada, ésa es la de 1925. Ese Estado ilegítimo, la izquierda, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Partido Radical,
incluso Allende, se lo tomaron en serio y se adaptaron, pese a que era
un Estado contrario a la voluntad popular. Incluso quisieron hacer una
revolución socialista a partir de un Estado liberal sin cambiar el
Estado liberal. Ridículo. Allende se suicida a nombre y por la
Constitución ilegítima de 1925. Hasta ese nivel, podemos decir, la
izquierda estaba enajenada. Por eso es muy importante apoyar este
movimiento, porque ya no cree en esa izquierda que marca el paso. El PC
sigue practicando lo que hizo en 1933, integrándose en un Estado
ilegítimo, pero no controla el movimiento estudiantil. Su máquina es
buena para ganar elecciones, pero no le sirve en un contexto de debates
democráticos y de asambleas del movimiento estudiantil donde hay un
montón de colectivos políticos. Están entrampando el movimiento
ciudadano. En este contexto, el primero que saltará es Arturo Martínez (presidente de la CUT) y el siguiente será Jaime Gajardo (presidente del Colegio de Profesores).
LA IDENTIDAD CHILENA LE FUE USURPADA A LOS ROTOS MARGINALES
-¿Ya que estamos en días de fiestas patrias, podrías explicarnos qué es la chilenidad?
-Es
necesario hacer ciertas distinciones. Chile, como nación, es decir,
como país unitario, es una construcción realizada por el patriciado
mercantil de Santiago; por la oligarquía de Santiago; con Diego Portales, sobre todo después de la Batalla de Lircay,
a partir de 1830. Santiago quería controlar todo el país a objeto de
dominar el comercio exterior de las regiones. El problema que tuvieron
era qué sustancia cultural darle a esta construcción política. En ese
tiempo, los huasos decían voy a Chile cuando venían a Santiago. La
identidad cultural chilena les fue usurpada a los rotos marginales por
la oligarquía. La cueca aparece en los ranchos de mujeres abandonadas.
La mujer juega allí un rol fundamental. Ahí está la ironía. Este pueblo
marginal es mestizo. Había un derecho para los descendientes de
españoles y para los mapuche. Pero no hubo para los mestizos. Estos
crean su propia cultura en un contexto de marginalidad, al margen de la
ley. Estos rotos vagabundos descubren las minas del norte. Ellos
colonizaron parte del territorio y las explotaron. Entonces, la
identidad y la cultura chilena están construidas a pulso. Los criollos
tenían la europea y la romana eclesiástica. Y los mapuches aún conservan
la propia. Pero la identidad chilena es del pueblo marginal. Las elites
usurparon la identidad popular marginal de los rotos para vestirse con
sus símbolos. Dentro de la cultura popular estaba el carnaval popular
que fue eliminado. Las únicas fiestas son las religiosas bajo control de
la Iglesia Católica y las fiestas patrióticas controladas por el Estado. En Las Condes, los pijes bailan cueca popular que viene de los marginales.
-Es
lo que se revive en las ramadas dieciocheras: la usurpación y al mismo
tiempo la persistencia de una cultura marginal y popular del mestizo que
viene del siglo XVI.
-La
chilenidad fue reducida a fiestas controladas por la autoridad política:
fiestas patrióticas y carnavales religiosos regulados por los dos
poderes, Iglesia y Estado. Era evidente que el “rollo” del sexo de la
Iglesia tenía incidencia social. Las ramadas las levantaban las mujeres
que desarrollaban tareas productivas durante las carreras de caballos
del pueblo marginal que podían durar días. Ahí, ellas vendían chicha,
bailaban cueca y tenían sexo debajo de la mesa, en un lugar dispuesto
para eso. El juego de la chueca fue prohibido. Hombres y mujeres casi
desnudos jugaban sudando el juego de origen mapuche, y vamos tomando
trago. Fiestas desinhibidas que escandalizaban a la Iglesia. No hay una
verdadera chilenidad espontánea, libre, desvinculada de la producción.
Queda el fútbol, que es un negocio.
Por Leopoldo Lavín Mujica
El Ciudadano Nº110, segunda quincena septiembre 2011
Vìa :
http://www.elciudadano.cl/2011/11/11/43856/gabriel-salazar-premio-nacional-de-historia-la-concertacion-nos-traiciono/
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