jueves, 10 de noviembre de 2011

Argentina : Entre despojos ...Claudia Rafael

basuralRAL-12Comprender qué significa lo atroz, no
negar su existencia, afrontar sin
prejuicios la realidad. Hannah Arendt

"Juanito Laguna es un chico pobre, pero
no un pobre chico, porque tiene sus ojos
cargados de porvenir". Antonio Berni

(APe).- Simplemente se adormeció. Cerró los ojos cargados de porvenir pero se le antepuso la historia, la marginalidad, ese mundo cruel que se lo devoró desde sus fauces sin piedad. Maicol Matías, sin otro lugar que los anaqueles de la crónica roja. Sus 17 años en los alrededores del barrio Anai Mapu, al sur del basural de Cipolletti, lo encontraron cartoneando para vivir cuando la noche aún pulseaba su lugar con el alba. Sus ojos simplemente se cerraron y el mundo siguió andando como si no importara. Sus alas tan cruel quemó la vida. Maicol Matías era un niño de intemperies, diría Alberto Morlachetti. Que -completaría el chileno Gonzalo Rojas- andaba con el hambre de vivir como el sol en la gracia del aire.
Sus días lo hermanaron temprano con Diego Duarte y con tantos otros arrojados a las arenas del mundo para transformar el desecho en vida y para sobre-vivir sin una sola estrella de sueños que lo abrigara. Eran las 5.30 en los relojes de los incluidos, esos marcadores de minutos y de horas entre sábanas de seda con una lucecita tenue que cobije de los miedos, con un ninanana que aletargue hasta entrar en los paraísos simplemente para jugar. Pero Maicol Matías no tuvo sueños de barrilete. Y la pesadilla de un camión municipal le puso fin a los temblores de la noche entera sobre su cuerpo. El hombre simplemente presionó la palanca, depositó su carga en esa montaña de abandonos y siguió su camino sin saber de maicoles ni de intemperies de los otros. Como Alejandro Briones, con sus 15 nacientes, atropellado por una topadora en el basural de General Roca ocho meses antes y con sus piernas amputadas. O el hombre de las calles aplastado entre las lluvias de Neuquén. Dicen que hurgaba entre aluminios y cartones que malvendía para comer y que el reparo de una barda cobijaba malamente sus noches.
Fueron los portadores de historias ancestrales de recoger aquello que los otros iban abandonando a su paso. Entre 1860 y 1917 la práctica del cirujeo se circunscribía en Buenos Aires a una zona de Parque Patricios que se ganó el nombre del “barrio de las ranas”, por la cantidad de batracios que había en el lugar o “pueblo de latas”, por el tipo de construcciones en que vivía la gente. Eran construidas con latas de kerosene, que se iban rellenando con barro y que luego se apilaban como muros.
Cuenta la historia que hacia 1885 nació el primer asentamiento informal urbano en la gran capital, que terminaba en el basural. Por allí terminaron trabajando también en la quema de basura los seguidores de Cipriano Catriel, aquel cacique mapuche que cargó con una historia de traiciones imborrables que desataron rencores entre sus descendientes nunca del todo zanjados. El mismo Catriel llegado al mundo como Mari Ñancu, que fue asesinado en 1874 en un descampado de Olavarría, donde hoy reluce el acomodado Club Estudiantes.
Entre 1920 y finales de los tumultuosos años 70 todo se correría al “vaciadero del Bajo Flores”, entre los barrios de Villa Lugano, Flores y Villa Soldati. Horas y horas permanecía la basura en el vaciadero. Las crónicas de la época hablan de “pestilencias, suciedades y aparición de sujetos en busca de materiales” antes de que se produjese la quema.
Ya por esos tiempos se los empezó a conocer como cirujas, en alusión a “cirujano de la basura” o “profesional que anda entre los huesos”.
El tiempo parece, a veces, circular. En 1899, la revista Caras y Caretas reprodujo un breve diálogo periodístico, recordado por Francisco Suárez en un trabajo antropológico:
“Periodista - ¿Hay para comer?
Poblador - Ya lo creo, pescao y pollo vienen muchísimos, pero algunos están fieros. Aquellos están güenos (en referencia a dos pollos recién recuperados de un basural).
Periodista - ¿Y usted sabe de que han muerto?
Poblador - [se encoge de hombros y contesta] Puede ser que se haigan muerto augaos”.
La quema de Buenos Aires se cerró al tiempo que se creó la Ceamse (Coordinación Ecológica Area Metropolitana Sociedad del Estado), en 1977 a través del decreto N° 3457, ratificado con las firmas de Osvaldo Cacciatore por la Ciudad de Buenos Aires y de Ibérico Saint Jean por la provincia de Buenos Aires. Y se organizó –para pocos- un negocio millonario: Buenos Aires por sí sola generó en 2010 dos millones doscientos mil toneladas de residuos sólidos y pagó por su recolección unos 1.400 millones de pesos.
En las antípodas, nacen y crecen los Maicol Matías, los Alejandro Briones o los Diego Duarte. Cuenta Alicia Dujovne Ortiz que aquel 15 de marzo de 2004 Diego y su mellizo, Federico salieron a cirujear a la una de la madrugada. “Cuarenta pesos traemos de la quemita”, había dicho Diego. “Dos policías los ven y ellos saben qué recepción van a tener por parte de los uniformados, ya escucharon las historias de chicos perseguidos con tiros al aire, a palazos, obligados a desnudarse en medio del invierno y tirarse a la pileta, que es el jugo de la basura. Es por ello que se esconden debajo de unas bolsas y cartones. Pero queda un sobreviviente, que oye que uno de los dos agentes le hace seña a un camionero para que descargue en ese sitio los residuos. Esta camionada le queda encima a Diego, que queda enterrado vivo”, desnuda la autora.
Veinticinco días estuvo Federico sin poder pronunciar palabra. Sin poder recordar. Con la memoria acribillada de ausencias. Por ver cómo se puede morir entre la montaña de desechos. Cómo es posible respirar hasta el último segundo el símbolo de todos los abandonos. Cómo su hermano se hundió en lo queda del día y de la vida de los que tienen.
Como vagabundos sin panes para su estómago, siguen los expatriados de la mesa cotidiana revolviendo entre las migajas del sistema. Hurgando entre los despojos de la otra humanidad. Esa que fue puesta cómodamente del otro lado de su vulnerada frontera y a la que miran a diario desde un vidrio húmedo.

Fuentes de datos:
-Breve Historia de la Gestión de Residuos Sólidos en la Ciudad de Buenos Aires. Francisco Suárez.
-¿Quién mató a Diego Duarte?, Alicia Dujovne Ortiz
-Aproximaciones a la historia del cirujeo en la Ciudad de Buenos Aires. Verónica Paiva y Mariano Perelman.

Vìa :
http://www.pelotadetrapo.org.ar/agencia/index.php

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